La economía va bien… si no la miras de cerca

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Dice el Gobierno que la economía va como un tiro. Que el empleo bate récords. Que el PIB se comporta como un alumno aplicado. Que todo va de maravilla. Y uno, claro, se lo creería, si no tuviera la costumbre reaccionaria de leer los datos. Porque basta con rascar un poco en el esmalte de los titulares para descubrir que debajo no hay oro, sino pintura barata.

Empecemos por el mercado laboral, ese animal mitológico que, según el Ejecutivo, galopa libre y robusto por los prados del progreso. ¿Récord de ocupados? Sí. Pero con matices: fijos discontinuos, parciales, contratos que parecen indefinidos pero duran menos que un trending topic. En febrero de 2025, un 27% de los contratos «fijos» eran fijos discontinuos. Es decir, indefinidos de quita y pon. Y otro 25% eran a tiempo parcial. Bienvenidos al paraíso de la precariedad estable.

Y si esto fuera poco, la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2024 muestra un giro aún más preocupante: el empleo a tiempo parcial creció en 265.000 personas, mientras que el empleo a tiempo completo cayó en más de 230.000. Por primera vez, España supera los tres millones de trabajadores con contrato a tiempo parcial —la cifra más alta desde al menos 2005. ¿Y esto qué indica? Que se reparte empleo, sí, pero también pobreza y precariedad, sobre todo en sectores como servicios y turismo. Si el empleo se mide por horas, estamos trabajando menos… pero sobreviviendo más.

Y hay otro detalle que se suele pasar por alto: el empleo público. Más de medio millón de empleos se han sumado en el último año, y buena parte vienen de las administraciones. Las Ofertas de Empleo Público —con más de 40.000 plazas anuales— son el termómetro. No se sabe bien cuántos son funcionarios de carrera o contratados temporales, pero lo que está claro es que el Estado ha sido su propio motor de empleo. Y claro, cuando te contratas a ti mismo, el paro baja aunque no haya nada que celebrar.

Encima, hay un dato precioso: un 5% de los trabajadores firmaron más de un contrato indefinido en el mismo mes. ¿Contrato indefinido? ¿Cómo no vas a firmar varios si te duran lo que un caramelo en la puerta de un colegio?

Pero hay más. El 45% de los parados son de larga duración. Y los mayores de 59 años, que representan casi la mitad del paro en su grupo de edad, solo firmaron el 3,8% de los contratos. ¿Y los jóvenes? Con una tasa de paro a la cabeza de Europa y un mercado laboral que les ofrece sobrecualificación, sueldos de miseria y promesas huecas.

Eso sí, en Moncloa siguen aplaudiendo. Mientras tanto, los ciudadanos buscan un segundo trabajo o se apuntan como «demandantes de empleo con relación laboral». El subempleo está de moda. Trabajar ya no es suficiente. Hay que trabajar más… para seguir ganando igual de poco.

La productividad sigue en barbecho. Ha crecido un 0,9% en el primer trimestre de 2025, pero lleva un año estancada. En algunos sectores, como energía o construcción, meter más gente ha servido para producir lo mismo o incluso menos. Es decir: más manos, menos resultado. Bravo.

Mientras tanto, el Gobierno presume de crecimiento. Pero la AIReF y el FMI no comparten tanto entusiasmo. El crecimiento del PIB se frena: 2,3% en 2025 y 1,7% en 2026. Y la deuda, como siempre, a lo suyo: 1,646 billones de euros. La cifra es tan obscena que debería venir con banda sonora de peli de terror. Aumenta un 2,6% interanual. Eso no es solidez. Es hipoteca.

Y no olvidemos la inflación. Un 3% en febrero de 2025, gracias, entre otras cosas, al subidón de la luz. ¿Ganancia de poder adquisitivo? Sí, si vives en un anuncio. En la realidad, el carro del supermercado está cada vez más vacío y el bolsillo más agujereado.

El Ejecutivo ha convertido la economía en una narrativa. Una fábula donde el crecimiento brota solo, el empleo florece, y la deuda se digiere como si fueran lentejas. Pero los datos, esos malditos saboteadores del relato, dicen otra cosa.