El sistema público de pensiones: una mentira con forma de deuda

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El sistema público de pensiones en España es un delirio contable que se sostiene sobre tres pilares: el silencio político, el miedo del votante y el sudor del nieto mileurista.

La idea es tan vieja como falsa: Trabajas, cotizas, y crees que el Estado guarda tu dinero para cuando te jubiles. Como si fuera un plan de ahorro, como si hubiera una cuenta con tu nombre. Pero no. En España el sistema es de reparto: lo que tú cotizas hoy, se lo dan al jubilado de hoy y cuando tú te jubiles, dependerás de que haya otro incauto cotizando para ti. No es un fondo, no es una inversión, es una rueda y cada vez hay menos gente empujando.

Y luego sale la ministra, toda envalentonada, hablando de la “hucha de las pensiones”, pero es deuda. Porque una hucha, en el mundo real, se llena con lo que te sobra, no pidiendo prestado, no emitiendo deuda para rellenarla. Eso no es ahorro, es estafa contable con envoltorio institucional.

Y mientras tanto, los políticos juegan a subir las pensiones «según el IPC», como si el dinero saliera de un manantial fiscal eterno. Pero no. Sale de los jóvenes, de sus nóminas, de su precariedad, de sus sueños hipotecados.

Y la cosa se va a poner peor. Porque la bomba demográfica ya está explotando. La generación del baby boom —unos 15 millones de personas— empieza a jubilarse y lo hace en un país con una de las tasas de natalidad más bajas de Europa. Cada vez hay menos trabajadores y más pensionistas. Menos cotizantes y más beneficiarios. Más gasto y menos ingreso.

El sistema, por diseño, no es sostenible y todos lo saben. Pero nadie dice nada. Porque decir la verdad sobre las pensiones equivale a perder elecciones. Y aquí lo que importa no es la sostenibilidad, sino la legislatura.

Mientras tanto, nos venden reformas cosméticas. Retrasan la edad de jubilación, suben las cotizaciones, hablan de “mecanismo de equidad intergeneracional” (nótese el eufemismo). Pero nadie se atreve a hacer lo único honesto: decir que este modelo es un castillo de arena con fecha de caducidad.

Y ojo: no culpo al jubilado. Es lógico que proteste cuando le prometen que su pensión es sagrada. Pero ¿sabe de dónde sale ese dinero? ¿sabe que lo paga su nieto con un sueldo de 1.100 euros al mes y un contrato de becario perpetuo? ¿sabe que el sistema que le paga su pensión hoy, va a dejar a sus nietos en la indigencia fiscal mañana?

Pero da igual. El político promete, el jubilado vota y el joven calla porque no le queda otra.

Así que sí, el sistema público de pensiones existe pero está lleno de humo, de deuda y de cinismo. Y mientras no tengamos el valor de decirlo en voz alta, seguiremos alimentando una mentira… que va camino de convertirse en ruina.