Cree en todo, menos en la ciencia

Cree en todo, menos en la ciencia

Vivimos una época gloriosa. Hemos alcanzado la cima del conocimiento humano, descifrado el genoma, enviado sondas más allá del sistema solar y desarrollado vacunas en meses. ¿Y cuál es la respuesta social? Comprar piedras con “vibraciones”, seguir a un gurú que se comunica con tu colon por WhatsApp y pagar 90 euros por una sesión de “reprogramación cuántica del aura infantil”. Si es que estamos que nos salimos.
Conectados, desinformados y encantados de conocernos

Conectados, desinformados y encantados de conocernos

Hay estudios que no hacen falta, pero se hacen igual. Como el último que asegura que los jóvenes se informan sobre todo por redes sociales. Vaya por Dios. ¿Quién lo iba a imaginar? ¿Quién habría sospechado que la generación que creció con el pulgar más desarrollado que la capacidad crítica no se sentaba por las tardes a ver el Telediario? Escándalo nacional, oiga.
Del socialismo al subsidio

Del socialismo al subsidio: cómo la izquierda se olvidó del trabajo

Hubo una época en la que ser de izquierdas significaba defender al trabajador. Al que madrugaba, al que sudaba, al que se partía la espalda en una fábrica mientras soñaba con una vida mejor para sus hijos. Hoy, la izquierda se ha convertido en otra cosa: una máquina de fabricar subvenciones, excusas y victimismos institucionalizados.
Todas las personas importan... y punto

Todas las personas importan… y punto

Soy liberal libertario, y eso significa, entre otras cosas, que creo en el respeto irrestricto al individuo. No me importa con quién te acuestas, de dónde vienes, de qué color es tu piel o el color de tus ojos. Me importa si eres libre. Me importa si puedes vivir en paz, sin que nadie te imponga nada, ni por decreto, ni por dogma, ni por estadística.