Si en lugar de leerlo prefieres escucharlo, puedes hacerlo aquí:
Hay un momento, un instante revelador, un punto exacto en el que te das cuenta de que mandarlo todo a la mierda es la única opción razonable.
Estás delante del ordenador, revisando lo que el Estado —y su versión con esteroides, la Unión Europea— te ha birlado este mes. No es un error, no es un fallo del sistema… ES el sistema. Y funciona exactamente como fue diseñado: para exprimirte.
No importa si eres autónomo, asalariado o empresario. Te joden igual. Con IVA, IRPF, IBI, tasas, cuotas, cotizaciones, peajes, impuestos especiales, cánones, contribuciones y demás formas creativas de confiscar lo que es tuyo. Porque eso sí: la imaginación no se les ha oxidado. La reserva creativa de Bruselas es inagotable… si se trata de inventar formas nuevas de tocarte la cartera.
Y mientras tú te comes un bocadillo de mortadela, ellos se comen langosta a tu salud, pagado con esos misteriosos fondos europeos, en un simposio sobre “la importancia del enfoque transversal en las narrativas climáticas inclusivas en contextos rurales”, que, traduciendo del politiqués, significa: “nos vamos de putas con tu dinero, pero con perspectiva de género, eh!”.
¿Te parece exagerado? Claro que sí, porque te han entrenado para pensar que quejarse es de fachas, que protestar por los impuestos es de insolidarios y que pedir que te dejen en paz es poco menos que un acto terrorista. Pero mira a tu alrededor: ¿cuántos trabajan de verdad y cuántos viven del trabajo de los demás?
Ciudadano Liquidado nace justo aquí. En ese punto de ruptura. En ese momento en que descubres que ya no puedes —ni debes— seguir tragando.
No soy un personaje, no soy un influencer, no soy un coach de la libertad. Soy lo que queda cuando se han agotado todas las excusas, todas las esperanzas y todas las ganas de ser buen ciudadano. Soy la voz del que ya no pide permiso, del que ha entendido que el sistema no está roto: el sistema está podrido.
Y no, no es cuestión de izquierda ni de derecha. Es cuestión de cordura.
Cuando un agricultor no puede vender sus naranjas porque llegan otras, subvencionadas desde Marruecos con tu dinero… cuando un autónomo paga más a la Seguridad Social que lo que gasta en comer… cuando los políticos se suben el sueldo mientras tú calculas si puedes poner la calefacción dos horas o media… entonces ya no queda otra que decirlo claro: ¡A la mierda!
Aquí no vamos a edulcorar la realidad, no vamos a hablar como si estuviéramos en una mesa redonda de Radio Nacional. Aquí venimos a señalar, a reírnos del sistema, a decir lo que nadie dice en voz alta porque tiene miedo de que lo llamen “radical”, “antisistema” o lo que toque esta semana. Lo somos, y con orgullo.
Esta es la primera entrada de muchas. Si estás harto, cansado, indignado o simplemente lúcido, este es tu sitio… si te has dado cuenta de que no es que estés solo, es que quieren que lo estés… si sabes que lo que llaman democracia ya no es más que un decorado caro de cartón piedra… bienvenido.
Ciudadano Liquidado y los demás contribuyentes a este proyecto han llegado y vienen muy calentitos.