Yo no sé en qué mundo vive esta gente que sale en la tele, pero en el mío, que es el de verdad, el de los barrios, el de los portales con olor a cocido y lejía, la cosa está que echa humo.
Hay una mentira que nos han repetido tanto, con tanta solemnidad, que acabamos por aceptarla sin leer la letra pequeña. Nos dijeron que formábamos parte de un contrato social.