Nadie sabe exactamente en qué momento lo perdimos, pero desde entonces escribe con el colmillo afilado y las tripas vacías. Habla en nombre de los que pagan, pagan y vuelven a pagar. Su café es negro, como su humor, y su paciencia cotiza en negativo. Fundador de esta santa casa.
Hay una mentira que nos han repetido tanto, con tanta solemnidad, que acabamos por aceptarla sin leer la letra pequeña. Nos dijeron que formábamos parte de un contrato social.